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FARMACOS: PELIGRO EN LA DIETA
La denuncia de Miguel Palomino

En el año 1996, después de finalizar sus estudios en Farmacia, como salida profesional y aconsejado por una buena amiga veterinaria, Miguel palomino decidió dedicarse a la dispensación de medicamentos de uso animal en su pueblo, una pequeña población de la provincia de Cuenca, donde apenas hay 9.000 ovejas, medio centenar de cerdos y unos cuantos conejos y gallinas "corraleros". Su familia, durante generaciones ha sido agricultora y ganadera, actividades tradicionalmente ligadas. Tras indagar sobre la legislación vigente y después de estudiar la Ley 25/90 y el R.D. 109/95 (única legislación aplicable en ese momento), Palomino pudo comprobar que requería unos requisitos prácticamente idénticos a la Farmacia humana y era obligatoria la presencia de un farmacéutico para la dispensación de los medicamentos de uso animal, siempre previa presentación de la correspondiente receta emitida por un veterinario. Todo ello con el fin de reducir al máximo una medicación indiscriminada cuyos efectos para la salud del consumidor puede ser impredecible si no se cumplen los periodos de supresión desde que se aplica el medicamento hasta el sacrificio del animal para su ingesta.

En entrevista con The Ecologist, Palomino ha sentenciado: "Cuando todavía me encontraba realizando las obras de acondicionamiento del local, tuve conocimiento por primera vez del escaso cumplimiento de la Ley que existía en la actividad que iba a comenzar, y remití escrito ala Delegación de Sanidad de Cuenca, denunciando las irregularidades que había empezado a detectar; a saber: carencia de farmacéutico responsable en los establecimientos; dispensación de medicamentos sin farmacéutico; ausencia tanto de prescripción veterinaria como de receta; venta de medicamentos de uso animal por parte de los veterinarios; falta de cumplimiento de los tiempos de espera para evitar la presencia de residuos medicamentosos en la carne de consumo humano; transportes de medicamentos sin las debidas condiciones y venta ambulante... En resumen, se vendían medicamentos en los sitios más variopintos, desde fondas a carnicerías; y por supuesto, en domicilios particulares, sin olvidar a los representantes de laboratorios que visitaban puerta a puerta a los ganaderos".

DECONTROL Y FRAUDE
La cosa fue a más. "Después de once meses y tres solicitudes de actos presuntos solicitando una licencia de apertura, teniendo todos los requisitos en regla, y a pesar de que la legislación otorga un plazo máximo de concesión de tres meses... al fin me concedieron mi licencia de apertura, y ¡abrí! Si antes de ejercer el descontrol y el fraude eran palpantes, al introducirme más en el sector... no daba crédito a lo que sucedía. Durante los tres años que ejercía la profesión, formulé más de veinte escritos, perfectamente identificados y documentados, a los distintos organismos colegiales y administrativos, tanto locales como europeos. Nadie hizo nada, pese a la gravedad de lo denunciado. Posteriormente, me enteré documentalmente de que ningún establecimiento de los que ponían los medicamentos en las manos del ganadero tenía licencia de la Comunidad Autónoma para hacerlo; así pues, se trataba de centros clandestinos no sujetos a control sanitario (y alguno de ellos tenía una facturación superior a los ¡mil millones de pesetas!). La Administración no sabía quién vendía medicamentos, qué medicamentos se vendían, ni con qué fin se aplicaban, con lo que nadie puede garantizarnos la no existencia de residuos nocivos en las carnes... Esos establecimientos, ilegales y clandestinos, contaban y cuentan con verdaderas flotas de furgonetas que regularmente visitaban las explotaciones ganaderas ofreciéndoles "remedios milagrosos", básicamente antibióticos, desparasitantes, vacunas y hormonas, así como potentes insecticidas como oganoclorados y organofosforados, que ofrecen a los ganaderos sin más requisito que el pago de su importe, y con el único asesoramiento técnico del conductor", afirma Palomino.

LA ADMINISTRACION, "OUT"
Palomino lo tiene muy claro: "La Administración no tomó cartas en el asunto. Y les hubiera sido muy fácil; bastaba con que "estiraran" del ordenador para comprobar que las personas y entidades denunciadas carecían de autorización. Al poco tiempo lo comprendí, ya que algunas de las empresas que realizaban estas prácticas contaban entre sus socios con funcionarios de la Propia Consejería de Sanidad y con miembros de la junta de gobierno de los colegios veterinarios, y así lo hice saber, pero era mayor documento sus influencias que mi nota simple del registro Mercantil". Y sigue: "Y también, al ser una práctica generalizada en todo el territorio nacional, nadie quería meter mano en un asunto que lleva tantos años a la deriva. Para que se hagan cargo, sepan que ni siquiera existía una relación actualizada de medicamentos autorizados por el Ministerio, ni un modelo oficial de receta veterinaria. Sin contar las miles de toneladas de piensos que todos los días se medican con muy diferentes sustancias por fábricas de piensos, con medicamentos a granel y sin etiquetar, y por supuesto sin autorización ni control sanitario. De esto también tengo copias de actas de inspección que cayeron sorprendentemente en el cajón del olvido".

¿Y LOS FARMACEUTICOS?
"Aunque son los encargados de vigilar y hacer cumplir las disposiciones vigentes sobre Farmacia y el ordenamiento del ejercicio profesional en todos sus aspectos, de han limitado a decir que llevan no sé cuántos años denunciando el descontrol y a mandar alguna carta al Ministerio y a la prensa, para salir del paso. Bajo mi punto de vista se centran en la defensa económica de la Oficina de Farmacia y no del medicamento en sí, a pesar de que el medicamento no distingue entre uso humano o animal, como lo constata la propia Legislación cuando define al medicamento. ¿Se imaginan por un momento cuál sería su reacción si los medicamentos de uso humano se encontraran en circunstancias parecidas?", asevera Palomino. Le preguntamos si alguien más ha podido comprobar lo que usted está afirmando. "Afortunadamente, un cabo 1º del SEPRONA de la Guardia Civil de Cuenca leyó en la prensa local innumerables denuncias que realizábamos un pequeño grupo de farmacéuticos y comprobó la veracidad de nuestras afirmaciones, realizando un minucioso informe que llamó la atención de los mandos de la Guardia Civil y culminó con una operación a nivel nacional cuyos escandalosos resultados alarmaron al propio general del SEPRONA, tal como recalcó en una rueda de prensa después de la operación... También la Organización de Consumidores y Usuarios, que llevaba años denunciando el alto porcentaje de antibióticos y tranquilizantes en carnes adquiridas en nuestras carnicerías, realizó una prueba práctica en la que 43 establecimientos en 20 provincias españolas, consistentes en la adquisición de los medicamentos (un antibiótico y un tranquilizante), cuya venta exige receta. Sólo en 4 de los 43 establecimientos cumplieron con su deber (y la ley vigente) y se negaron a facilitar a los colaboradores de la OCU los dos medicamentos, "porque era necesaria la receta".

LOS PELIGROS
El farmacéutico advierte de que "un mal uso de los medicamentos, como puede ser utilizar el medicamento no adecuado, una dosis insuficiente, no guardar el ritmo posológico y la duración de tratamiento, etc. resulta peor y más dañino para la salud que no usarlo, ya que no es solamente el animal quien va a sufrir las consecuencias, sino que se están provocando estímulos a la creación de resistentes bacterias que van a dificultar los tratamientos subsigientes, con la aparición de recidivas y la transmisión a otros animales y al hombre de las infecciones resistentes a determinada agentes terapéuticos. El riesgo a que se expone al consumidor no es solamente el derivado de la sustancia medicamentosa en sí, sino que ésta es generalmente metabolizada por el organismo del animal tratado y deja como residuo metabolitos cuyas propiedades tóxicas o inductoras de sensibilidad pueden ser diferentes a las de la sustancia de la que proceden. Ello sin entrar en que esas sustancias pueden contaminar nuestros campos por las excreciones..."
Hay más: "Si una grasa adulterada dio lugar a la crisis de las dioxinas, y las harinas cárnicas a las vacas locas, el descontrol de los medicamentos, que es en sí una molécula activa, es una auténtica bomba de relojería que bien seguro ya está haciendo su efecto. Se comprende pues que el incumplimiento de las normas legisladas es responsable a corto plazo de graves daños difíciles de predecir, cuantificar y diagnosticar, ya que el arsenal terapéutico es de lo más variado y cada medicamento o su metabolito puede ocasionar lógicamente un daño diferente. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud destacó el preocupante aumento registrado en la incidencia de cepas de salmonella resistente a los antibióticos como consecuencia del uso de antibióticos en la cría intensiva de animales. En España, a doctora Martínez-Frías ha publicado en la revista The Lancet la relación entre malformaciones congénitas en los niños y el uso de Metimazol en ganadería. Las intoxicaciones por clenbuterol son por todos conocidas. El uso de cloranfenicol puede producir anemia aplásica pudiendo incluso provocar la muerte; la oxitocina, utilizada para provocar un aumento de la producción láctea, puede dar lugar a abortos; la utilización de hormonas, la esterilidad... Como ya he comentado cada medicamento puede producir una reacción distinta. Es precisamente por estos estudios por lo que los reglamentos comunitarios fijan u límite máximo de residuos para cada medicamento, y un periodo de supresión diferente para cada especia. El propio fiscal de la Audiencia Nacional que investiga el caso ha afirmado que si no se actúa a tiempo, es posible que en el futuro podamos encontrarnos ante un nuevo casos como el de las vacas locas, o el envenenamiento con aceite de colza" (El Mundo. Pag. 25, 26-04-01).

AFAN DE LUCRO
La pregunta es clara ¿A quién favorece el descontrol en materia sanitaria para alimentación animal? "Si el descontrol existe es, sin duda, porque los laboratorios suministran medicamentos a personas y entidades sin autorización ni cualificación y ambos obtienen pingües beneficios. Ambos son los responsables y sólo a ambos favorece. Sin control, mayor venta".

 

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