¡HORROR, HE ENCONTRADO UN PERRO!

Esta es la historia de cientos de personas que cada día se encuentran un perro o un gato abandonado. ¿Y ahora que hacemos?. Lo primero que se nos ocurre es llevarlo al refugio. En Zaragoza sólo tenemos el de ADPCA, en Movera. Pero allí tendremos que oír que no nos lo recogen porque está saturado. Tienen 170 perros y no cabe uno más.

Nos queda la opción de la perrera municipal, pero allí los matan a los pocos días, o nada más entrar si es de raza potencialmente peligrosa, sin dar tiempo a que lo reclame su propietario. No hacen campañas de adopción y por tanto es como llevarlo al matadero.

Sólo nos queda una opción, quedárselo en casa y tratar de colocarlo uno mismo. Empezamos por poner carteles en la calle y en tiendas de conocidos. Preguntamos a familiares y amigos, y cada vez estamos más agobiados y desesperanzados. Ponemos un anuncio pagado en la sección de animales del Heraldo, y empiezan las llamadas de los interesados. La mayoría buscan un cachorro, o un perro pequeño o que sirva para cazar, e incluso los hay que los quieren para entrenar a su perro de pelea.

A veces hay suerte y el perro es colocado y nos olvidamos del problema, pero son las menos. Así descubrimos que Zaragoza no tiene un servicio digno de recogida de animales abandonados, y ya no digamos si se trata de un perro atropellado. La angustia es mayor por la impotencia, y porque la policía local esquiva el bulto, o actúa con desgana porque tampoco ellos tienen soluciones que deberían provenir del Ayuntamiento.

Culpamos a todos los que se dedican a los animales por no disponer de un servicio que resuelva este problema, pero no caemos en la cuenta de que la culpa es de quienes crían animales sin tener hogar para ellos, quienes comercian con animales al tiempo que se sacrifican todos los días en la perrera, quienes adquieren animales caprichosamente y luego se deshacen de ellos al menor contratiempo. Finalmente llegamos a la conclusión de que mientras menos animales haya en las ciudades, menos problemas para todos. O se tienen en condiciones o mejor no tenerlos.

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